¿Y la estrategia de abrazos no balazos? – El Occidental

López Obrador llegó a la presidencia de la República con la idea de no combatir al crimen organizado con las armas como lo hicieron los gobiernos anteriores, sino a través de una estrategia diferente, anunciándolo con el eslogan de abrazos no balazos. Defendió su estrategia afirmando que la violencia genera más violencia. Que en la medida de que los jóvenes tuvieran mayores oportunidades se alejarían de la delincuencia, por lo que implementó varios programas sociales, como Jóvenes Construyendo el Futuro. Se nos vendió la idea de que gradualmente se verían los resultados, sin que se precisara en cuánto tiempo.

Como precandidato se comprometió a conseguiría la paz en tres años: “Yo voy a conseguir la paz, ese es mi compromiso, voy a conseguir la paz y voy a terminar con la guerra […]. A mitad del sexenio ya no hay guerra, y vamos ya a tener una situación totalmente distinta”.

En su quinto año de gobierno seguimos esperando los resultados de su estrategia. Para intentar callar las criticas cada determinado tiempo se presentan cifras en donde se alude a que se detuvo la tendencia delictiva (que no es lo mismo que reducirla). Unos meses las cifras van a la baja pero otros meses van a la alza. Evidentemente cuando las cifras bajan se anuncia con bombo y platillo que ya se están viendo los resultados, pero cuando suben las cifras se guarda silencio.

A menos de dos años de que concluya su gobierno se puede corroborar lo que muchos especialistas vaticinaban como un rotundo fracaso. La estrategia quedó evidenciada con la detención de Ovidio Guzmán, en donde se utilizaron las mismas tácticas de lo gobiernos anteriores, cuando había sido enfático en que nunca se utilizaría un helicóptero de artillería. Si partimos de su premisa de que la violencia genera más violencia, entonces debemos esperar más violencia.

Con una visión reduccionista del problema se pretendió combatir la delincuencia, incluida la organizada, con programas asistencialistas. Se pretendió solucionar un problema con una pasmosa simplicidad, cuando bien se sabe que el problema de la inseguridad en México es sumamente complejo, por ser un fenómeno multifactorial, en donde no hay soluciones mágicas, particularmente, al tener como vecino al país mayor consumidor de drogas y de tráfico de armas.

El diagnóstico estaba errado, al querer tratar de la misma manera la delincuencia común que la delincuencia organizada. ¿De verdad se creía que a través de programas asistenciales los traficantes de drogas gradualmente dejarían las filas de la delincuencia? ¿De verdad se creía que los jóvenes que son absorbidos por el crimen organizado y que tienen ingresos de cientos, miles o millones de pesos mensuales, iban a dejar de delinquir si se inscribían al programa de Jóvenes Construyendo el Futuro? O solo fue una estrategia política electoral para distanciarse de los gobiernos anteriores, afirmando que no sería igual que ellos.

Cuando se decidió detener a uno de los narcotraficantes más importantes se utilizaron los balazos. ¿Ello significa que cuándo se quiera detener a otro importante narcotraficante se volverán a utilizar los balazos? Queda claro que nadie quiere otra guerra para combatir el crimen organizado, pero este gobierno está haciendo lo mismo que hicieron los gobiernos de Caderón y Peña Nieto: los militares en las calles y los balazos en lugar de un trabajo efectivo de inteligencia.

*Integrante del Observatorio sobre Seguridad y Justicia del CUCSH y miembro del Sistema Nacional de Investigadores

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