Mostrar la conexión entre distintas problemáticas medioambientales como el estrés hídrico, la pérdida de biodiversidad o los problemas de soberanía alimentaria es el principal objetivo de “Fabular un mundo diferente”, una muestra de arte itinerante que no tiene huella de carbono.
La exposición, compuesta por obras de 16 artistas y colectivos, es creada de forma local con materiales “lo más sostenibles posible” en cada uno de los lugares donde se instala, de acuerdo con Blanca de la Torre, curadora de esta muestra de arte que ya visitó Costa Rica, El Salvador, Ecuador y Perú, y que ahora llega a Uruguay.
“La huella de transporte, en cultura en general, y especialmente en las exposiciones de arte es altísima, es enorme. Evitando (…) todo el transporte de obras yo solucionaba mis conflictos”, enfatizó De la Torre sobre la muestra que permanecerá en el Centro Cultural de España en Montevideo hasta el 24 de octubre.
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De la Torre, especializada en trabajar las conexiones entre el arte y la ecología, relató que este formato de exposición permite “que haya cierta coherencia entre el discurso y el modo de desarrollar la exposición”.
Esta exhibición surgió durante la pandemia luego de que De la Torre reflexionara sobre los cambios que el medioambiente experimentó al reconfigurarse la forma en que los humanos intervienen en él debido a las cuarentenas.
Para De la Torre, ahora, en la era pospandemia se está en un punto de inflexión, en una “crisis ecosocial” y, por ello, la muestra analiza las problemáticas medioambientales para entender por qué se ha llegado a esta “fractura”.
“Fabular un mundo diferente” busca también sensibilizar para generar una mayor empatía entre especies, así como para tomar consciencia del origen histórico y colonial de la crisis climática actual.
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Además, la muestra da cuenta de la “capacidad que tienen los artistas de proponer alternativas, de visualizar otras posibilidades de construcción de un mundo diferente”, abundó De la Torre.
Si bien todas las obras tienen un claro discurso conceptual que es común en su recorrido por los diferentes países, el montaje local, con productos autóctonos y poniendo sobre el tapete situaciones específicas de cada territorio, supone la creación de una exposición distinta en cada lugar.
En Uruguay, estas obras relatan situaciones reales como el proceso de instalación de una mina a cielo abierto que finalmente no fue enclavada en el centro del país o un vertido de petróleo frente a las costas de Maldonado (sureste) a finales de 2018.
También grafican el viaje del ganado entre el puerto de Montevideo y el de Barcelona (España) y muestran el crecimiento de especies vegetales autóctonas, como la pata de vaca o el palo cruz.
La muestra incluye piezas tan dispares como una cortina gigante confeccionada con desechos plásticos, una choza en homenaje a las arquitecturas vernáculas o un poético audiovisual sobre una mariposa monarca.