Hace unos años, en un suplemento de aniversario de un diario español, leí la historia de Pablo Pineda, la primera persona con síndrome de Down en conseguir un título universitario en aquel país. No fue hace mucho, apenas en 2010. Hoy, Pablo es maestro, conferencista, escritor y actor; pero lo más importante, tiene un trabajo muy importante como pubirrelacionista de una de las agencias de empleo más importantes de mundo.
Cuando conocí su vida, una cosa llamó poderosamente mi atención: la única cosa que hace diferente la historia de Pablo con las de otras personas que comparten su condición es que sus padres jamás lo trataron como una persona con discapacidad.
Ese fue el secreto, el único secreto, para demostrarnos que el peor error que cometemos como sociedad es el de colocar etiquetas que acaban con los sueños de quienes son, en verdad, muy especiales.
Quise contar esta historia porque ese espíritu, el de reconocer que quienes padecen el síndrome de Down no son enfermos, que tienen el derecho y la libertad de llevar una vida normal, estudiar lo que más les guste, dedicarse a cualquier profesión u oficio, ser independientes y ser felices, es lo que motiva la forma en que abordamos su atención en el Gobierno del Estado, lo mismo desde la Secretaría del Sistema de Asistencia Social (SSAS) que desde el Sistema para el Desarrollo Integral de la Familia (DIF) Jalisco.
Actualmente, en la Clínica de Conducta Especial (CAE) del DIF Jalisco, se dan servicios de estimulación temprana, habilidades para la vida diaria, aprendizaje, lenguaje, terapia física, psicomotricidad, acondicionamiento físico, lo mismo que consultas médicas y de rehabilitación, para las niñas y niñas que comparten esta condición desde los 40 días de nacidos hasta los 12 años 11 meses de edad.
Esa es solo una parte del trabajo. La otra, la más importante, nos toca a todas y a todos: se trata de derrumbar los mitos que impiden el crecimiento y desarrollo de las personas Down: no están enfermas, no son diferentes, no son débiles, no son incapaces, no deben ser discriminadas.
Muy al contrario. Lo que debemos tener claro es que nada nos separa, somos iguales. Con ellas y ellos compartimos muchos sueños tanto como la posibilidad de vivir libres y felices.
Hoy conozco muchas historias de niñas y niños que me inspiran, como Paloma, a quien conocí en Marzo del año pasado, cuando se graduó de su preparación básica en el CAE. O los ocho jóvenes de la fundación 1000 Capacidades que colaboraron con su trabajo en el Ayuntamiento de Zapotlán, cuando fui presidente municipal de mi tierra natal.
El día de mañana celebramos el Día Internacional del Síndrome de Down, en su honor usaré calcetines largos, diferentes, de colores brillantes, estampados, con la admiración que les tengo a ellas, ellos y sus familias.
Secretario del Sistema de Asistencia Social*
Facebook Alberto Esquer
Twitter @AlbertoEsquerG
Instagram Alberto Esquer Gutiérrez