María Soto tiene en la informalidad alrededor de 20 años, y aunque en su momento trabajó en una fábrica en la que contaba con todas las prestaciones de ley, lo cierto es que las condiciones salariales la llevaron a optar por este otro tipo de comercio; ser madre soltera y enfrentarse a horarios en los que no tenía control la hicieron decidirse por algo más ‘estable’.
El 20 de febrero se conmemora el Día Mundial de la Justicia Social y se estima que alrededor del 60% de la población con un empleo en el mundo -alrededor de 2 mil millones de personas- se gana la vida en la economía informal. En este sentido María, quien trabaja en el Mercado de Abastos vendiendo café, cuenta que está mejor en la informalidad, pues considera que percibe mejor salario y a sus propios tiempos.
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“No te voy a mentir, es pesado, muy pesado. Trabajar en la madrugada te quita muchísimas cosas, pero al estar sola y con tres niños chiquitos (en ese entonces) me hizo intentarle de este lado. Han pasado como 20 años o más y sigo vendiendo café, y creo que no podría estar mejor en otro lugar, porque de otra manera no hubiera podido levantar mi casita y hacerme de un patrimonio propio”.
Quienes ingresan a la informalidad lo hacen precisamente por falta de oportunidades y María, quien solo estudió hasta la secundaria, expresa que era difícil hacer frente a salarios semanales que la dejaban muy justa con los gastos. Y es que, para ella no era suficiente lo proporcionalmente ganado por el tiempo invertido, pues con horarios que cambiaban cada ciertos meses le era difícil atender a sus pequeños.
Narra que un tiempo, luego de dejar la fábrica, trabajó limpiando casas, sin embargo, como la informalidad de esta actividad le generaba menos incentivos, es que aceptó la invitación de su exsuegra para unírsele al pequeño puesto informal -en una de las banquetas del Mercado de Abastos-, para vender café, arroz con leche, avena, chocolate y pan. No cuenta con prestaciones de ley, admite, pero insiste que de otra manera no le habría podido ir mejor.
“Es como todo, tienes unas cosas y otras no. Ahí la he sorteado con el seguro popular y gracias a Dios no hemos tenido nada grave. Mis hijos ya están grandes y aunque quisiera ya no podría regresar (a un trabajo formal), una porque por mi edad ya sería más difícil encontrar algo, y otra por mi preparación también, no tengo experiencia en otra cosa”.
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Panorama informal
De acuerdo a la Encuesta Nacional de Ocupación y Empleo (ENOE) de INEGI, realizada del tercer trimestre del 2022, del total de la población ocupada en el país, el 55.6% se encontraba en el sector informal, es decir, aquellos ocupados que son laboralmente vulnerables por la naturaleza de la unidad económica para la que trabajan o aquellos cuyo vínculo o dependencia laboral no es reconocido por su fuente de trabajo.
Para el caso de Jalisco, la tasa de informalidad fue del 46.8%, posicionando a la entidad en el lugar 11 en el país -Oaxaca fue el más alto al registrar el 81.7 por ciento-, siendo las mujeres un poco más afectadas con esto que los hombres.
Si bien Jalisco durante el 2022 cerró en primer lugar en la generación de empleos con 82 mil 963, e incluso hubo una ligera disminución de 0.2 puntos porcentuales en la tasa de quienes trabajan en la informalidad, lo cierto es que el sector informal continúa como una cifra alta que, a decir de algunas organizaciones empresariales, como la Coparmex, se tiene que tratar a fin de hacer que más trabajadores migren a la formalidad.