Hay un dicho que reza: “nadie es profeta en su tierra”, dijo, Sergio Checo Pérez tiró por la borda dicho refrán, al conquistar Guadalajara a bordo de su RB7, donde 130 mil personas se volcaron este martes a La Minerva e incluso, desde horas antes para presenciar la exhibición que el piloto tapatío de Fórmula 1 realizó con una espectacular muestra sobre el asfalto de Occidente.
Llegadas las 11:00 horas, el monoplaza de la escudería del mexicano y que utilizase en la temporada 2011 de las manos de Sebastián Vettel, hizo rugir su poderoso motor, declarándose listo para hacer vibrar la avenida Vallarta que, en esta ocasión se transformó en la pista ideal para este magno evento.
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El auto tomó dirección hacia avenida Vallarta para después retornar y pasar por un costado de la Glorieta Minerva, mientras los asistentes gritaban de júbilo por tener a su ídolo tan de cerca. En una segunda vuelta por el monumento, a un costado, Pérez Mendoza realizó las famosas “donas” (trompos) por unos segundos y continuó el recorrido para después, regresar al “Garage”, descender del automotor y saludar a ese sector de la grada.
A las 12:39 horas, Sergio Pérez llega al lugar donde está su vehículo, recibiendo las últimas instrucciones de “Tony”. Se monta de nueva cuenta en su potente auto y hace retumbar el motor, el cual estremece los corazones en su segunda salida, arrancando los aplausos y gritos del público.
El reloj indica las 13:27 horas y el piloto tapatío regresa a la zona de “Garage”. Se coloca los audífonos para escuchar las indicaciones y sale por última vez. Luego de dos vueltas, realiza las “donas” frente a La Minerva y luego salir, saludar al público y dar un recorrido final en otro automotor a baja velocidad, despidiéndose, mientras lleva consigo la bandera mexicana.