No existe mayor error en un político que echar campanas al vuelo cuando a raíz de sus acciones, el país se está cayendo a pedazos.
Inicio esta colaboración con un fragmento del libro “El Futuro Recordado” de la Escritora y filóloga española Irene Vallejo:
” ¿Cómo era el día después de las elecciones hace dos mil quinientos años? En la antigua Atenas, los gobernantes recién elegidos sufrían un duro interrogatorio. Les preguntaban por cuestiones morales por ejemplo, si trataban con respeto a sus padres -y patrióticas sobre todo, si pagaban sus impuestos-. Acto seguido todos se comprometían a trabajar por el bien de la ciudad y realizaban un solemne juramento: jamás someterían a votación nada contrario a las leyes. Para los griegos, la ley definía el camino y los límites de los políticos justos.”
Hemos llegado al cuarto año en que López Obrador asumió la presidencia de México, la verdadera, -recordemos que al tabasqueño le gusta hacer berrinches, autoproclamarse y realizar montajes cuando algo no le resulta- hemos llegado a los 4 años en donde no se han visto los resultados que tanto prometió el líder de la mal llamada Cuarta Transformación (4T).
Menciono lo que sí ha logrado esta administración federal: falsas promesas, retraso social, nula defensa de los derechos y libertades, escases de medicamentos para niños con cáncer, aumento de pobreza, desempleo, aumento en la gasolina y en el gas, mayor inflación, productos de primera necesidad más caros, militarización del país, destrucción de instituciones y programas que beneficiaban a amplios sectores de la población, aumento en gran medida de inseguridad y una larga lista que podríamos seguir enumerando.
Seguramente el inquilino de Palacio Nacional tiene muy presente la frase pronunciada por uno de los nazis más allegados a Hitler, Joseph Goebbels “…Miente, miente, miente que algo quedará, cuanto más grande sea una mentira más gente la creerá.” Y así han sido estos cuatro años de la 4T, mentira tras mentira con la intención de que se vuelvan verdad. López Obrador y sus aduladores están llevando al país al precipicio, el estancamiento económico y el incremento en gran medida de la violencia, hacen que el temor y la angustia predominen y obstaculicen el desarrollo pleno de la sociedad. No hay nada que celebrar. Con mentiras, el presidente pregonará que todo marcha bien, repartirá culpas entre los que no están de acuerdo con él y ensalzará a quienes a diario le rinden pleitesía.
Si las cosas fueran como hace más de dos mil años, AMLO hubiera fracasado en todas las pruebas para ser gobernante: es ignorante ya que evade responder a todo aquello que le incomoda, no conoce la moralidad ya que incita a la violencia y al desorden, sus aportaciones económicas al “movimiento” evaden impuestos y son de dudosa procedencia, no ha hecho nada en bien de los demás y tiene una clara aberración por las leyes que al parecer, no le benefician.
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