Miércoles 31 de Agosto, 3:17 pm, circulaba por la Av. Lázaro Cárdenas, rumbo a una estación de gas natural, justo a unos metros antes de llegar al sitio, un automóvil Aveo gris había sido impactado por detrás por un auto blanco, tras el choque, el auto gris intentó hacer una pericia para evitar a 2 mujeres que caminaban por la banqueta, pero fue imposible, las atropelló y las proyectó a una a 7 metros y la otra a unos 5, quedando 2 mujeres sobre la rampa de acceso de una empresa de aceros.

Inmediatamente entré a la estación de servicio y estacioné mi coche en un cajón asignado en ese mismo punto para bajarme de inmediato y poder ayudar, cuando arribé al punto, el personal de la empresa de metales ya se encontraba auxiliando a las víctimas, una señora joven que traía visiblemente fractura de cadera y golpes múltiples, estaba consciente, mientras que la otra mujer a 7 metros de distancia donde había terminado el auto impactado estaba con fractura expuesta en su pierna, su brazo derecho ensangrentado y totalmente inconsciente, ya para entonces había hecho 2 llamadas al 911, y en ninguna tuve respuesta para solicitar la inmediatez de los servicios de emergencia, mientras los empleados de la empresa cubrían con sombrillas a las víctimas en espera de los servicios de una ambulancia, el tiempo apremiaba y uno de los que auxiliaba a la mujer inconsciente advertía que su pulso bajaba, la llamada siguiente e inmediata fue a la policía de Guadalajara, de ahí se derivó la solicitud de una ambulancia que llegó 20 minutos después. La paramédico pidió el equipo de resucitación mientras hacía las maniobras de RCP que duraron por más de 20 minutos.

El conductor del AVEO permanecía ahí dentro de su auto, minutos antes me comentaba había sufrido como empleado, un asalto en el banco para el que trabaja, y por eso había salido temprano a casa, está visiblemente afectado, preguntando sereno que había pasado con las personas que estaban siendo atendidas.

Solicitaron otra sombrilla, fui a mi auto que estaba estacionado en la gasolinera y ahí me increpó de manera prepotente el supervisor, me exigió que moviera el auto, cuando éste no estaba estorbando y aún y cuando me identifiqué como cliente, me dijo que el paraguas no le iba a salvar la vida a nadie, y le contesté que me gustaría verlo en una situación vulnerable para que supiera la capacidad de respuesta que tendría para él, no sólo para llevarle una sombrilla sino para tratar de ayudarle, la falta de empatía de esa persona me hizo mover el auto hacia el otro lado de la estación de servicio cuando me topaba con paramédicos que acompañaban a la familiar de la señora inconsciente que, por teléfono compartía la noticia fatal.

Llegué nuevamente al sitio y ofrecí la sombrilla, los empleados de la empresa estaban consolando a familiares de quien resultó herida y de quien ya tenía una lona plástica azul sobre su cuerpo, en espera del servicio médico forense, mientras la policía acordonaba el sitio.

En un evento así, no como reportero, sino como ser humano mi reflexión es: cuánta falta de empatía en una persona que no advierte que a metros de su presencia hay mucho que hacer para poder ayudar a salvar una vida, cuanta cobardía tuvo el chofer del vehículo blanco que impactó al Aveo quien terminó proyectando a las 2 mujeres, la responsabilidad del mismo conductor en estar ahí, al pendiente, con la responsabilidad a cuestas, cuanta impotencia de que en el servicio de emergencias 911 no contesten, no atiendan, cuanto humanismo en los empleados de esa empresa de aceros que en todo momento atendieron la situación y ayudaron como factores y no como mirones.

La sociedad está compuesta si, por muchos perfiles, y ese Miércoles me tocó justo ver, ser testigo de que en una tragedia; es momento quizá de ver a nuestro alrededor a quienes tenemos en caso de una emergencia, con quién contamos o cómo reaccionamos.

La crónica que hago no es como reportero, o periodista, es como el de un ser humano que estuvo ahí en respuesta a una tragedia, viendo como una paramédico, con todo el conocimiento luchaba incansable por vencer a la muerte y que visiblemente quedó afectada por el hecho de no poder hacer ya nada. Luego la noticia en algunos medios, que condenaban al conductor del Aveo sin la más mínima investigación, no había un solo reportero en el lugar por lo que lo que se compartí no tiene el rigor periodístico que exige una crónica como esta, que más que ser un testigo me hizo ver que aún queda en la sociedad mucho que rescatar como hermandad en caso de una tragedia.

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