Frecuentemente una historia de trata comienza como un cuento de hadas. Una chica que se enamora de un chico, porque le habla bonito, le promete el sol y la luna, para luego convencerla de irse a vivir con él. Las promesas incluso pueden ser diferentes de aquellas que juran amor eterno: un buen empleo en otro país, un viaje gratis, una buena remuneración por dejarse tomar unas fotos, el acceso a drogas para evadir sus problemas, apoyo, comida o sustento para escapar de las ataduras familiares.
Después viene la pesadilla: maltrato, abuso, golpes, explotación sexual y hasta la muerte. Cada historia es diferente, pero hay cosas que les son comunes a todas: detrás de éstas hay familias rotas, jóvenes distanciados de sus valores, indiferencia de toda la sociedad, delincuencia organizada, tráfico de drogas y de personas, pero sobre todo violencia, mucha violencia.
Y lo más fácil es voltear la mirada a otra parte, hacer como que no pasa nada mientras no nos pase a nosotros. Es lo más fácil, sin duda, pero no es lo correcto. Esa actitud es la que ha colocado a México como uno de los países donde le problema crece día con día y es lo que debemos cambiar.
¿Qué cuál es la razón por la que abordo hoy este tema? Pues porque precisamente uno de los objetivos de nuestra alianza con la Fundación Scholas Occurrentes, del Papa Francisco, es reducir la incidencia de la trata en Jalisco. También de la que tenemos con la organización Fin de la Esclavitud.
Los Encuentros de Cultura de Paz que hemos tenido en colaboración con la Fundación del Papa, arrojaron las primeras ideas sobre las acciones que podemos tomar para evitar que nuestras y nuestros jóvenes sean enganchados y reclutados por los grupos delictivos, lo mejor es que esas ideas provienen de los mismos jóvenes, porque todos los adultos, tanto por parte de las autoridades como de la Fundación, estuvimos ahí como escuchas activos, sin influir, sin manipular, sin dirigir. Fueron los jóvenes y solo ellos quienes hablaron y tomaron las decisiones.
Eso fue apenas un primer paso. Ahora sin duda, nos toca empezar a trabajar, para hacer realidad esas estrategias, para buscar nuevos aliados en otras dependencias, en otras fundaciones en otros sectores de la sociedad.
¿Qué sigue? La verdad hay que reconocer que no es fácil. Una de las primeras propuestas, de las más importantes, fue la de poner en marcha una oficina en Puerto Vallarta para recibir denuncias de abuso sexual infantil, pero no cualquier oficina, una que sí actúe y sí los proteja. Hay mucho camino por recorrer ahí, pero ya lo estamos abordando con el gabinete estatal de seguridad.
También tenemos que trabajar en las intervenciones, con cultura, con deporte, con arte, con formación en valores, pero también de dar atención integral a las familias que ya han sido víctimas de este terrible delito. Eso es lo que Scholas Occurrentes y Fin de la Esclavitud saben hacer muy bien, poco a poco vamos a seguir avanzando, porque esta es una más de esas alianzas que sí me gustan: las alianzas contigo, siempre en busca de mejorar.
Alberto Esquer Gutiérrez
Secretario del Sistema de Asistencia Social
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